La posibilidad de que exista una matriz en la que exactamente encaja nuestra vida, es aterradora.
Que la realidad esté prediseñada y, por lo tanto, manipulada sin participación alguna de nuestra conciencia, nos deja abandonados en el centro de la sombra y de la esclavitud.
Esclavizados sin saber a qué? o a quién? pero con seguridad, lo que sea, nos trasciende largamente en poder, inteligencia y capacidad de dominación.
Una larga carrera por manejar
Hasta ese momento descubrimos la verdad a modo de implosión apocalíptica: todo estaba programado, todo ya fue pensado y planificado por la matriz que nos antecede, la matriz cultural, la matriz socio-política, la matriz genética.
Hay otra, la matriz institucional, que atraviesa la existencia de la especie humana, de cabo a rabo.
De qué instituciones formamos parte? En cuáles nacemos y crecemos? En cuáles elegimos intervenir y cuáles nos eligen a nosotros? De cuáles nos excluyen? En cuáles nos necesitan? En cuáles nos usan? En cuáles nos proyectamos?
Hay instituciones abstractas, entelequias, construcciones imaginativas e imaginativamente eficientes como la moral, la educación, la política, la inteligencia, el poder, la salud, la religión, el consumo...
Y hay instituciones concretas, formalizaciones materiales y reales, imaginativamente eficientes como el supermercado, la cárcel, el hospital, el ejército, la escuela, el club, el partido, la iglesia, la familia, el grupo...
La institucionalidad es un corset sico-social, es el silencio de la libertad, es el disciplinamiento y la alienación productivista, es la apuesta y la hipoteca, al mismo tiempo, de la felicidad.
Es una castración a la que nos hemos habituado y generado adicción compulsiva -que no es sancionada ni social ni policialmente, por cierto- y también desarrollamos un profundo pánico a su ausencia.
La institución es una matriz que nos controla, es un modo de organizar, asfixiar, y aprisionar, la idea. Nos devora pero nos necesita para existir.
Solamente estando conectados a la matriz, ella existe y sobrevive.
Hay algo que no tenga matriz? Hay algo que no pertenezca a un sistema? Hay algo que exista en soledad, sin nada más que sí mismo?
La institucionalidad es la manera de organizar la dependencia para que luzca independiente, es una gran mentira legalizada.
La institución no existe sin las personas que la encarnan, la constituyen, la mueven y la llevan, sin embargo pretende trascenderlas, en un intento de autodeterminación emancipatoria, en un juego para independizarse del ser humano y existir en el supra-espacio por encima y por detrás de todo, invisible, poderosa, en un juego perverso. Hemos inventado el juguete que juega con nosotros.
Los hombres pasan, las instituciones juegan
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